Tras la muerte del Papa Francisco, queda en el aire lo que va a pasar con la celebración del Jubileo de las Cofradías que tiene previsto celebrarse del 16 al 18 de mayo en Roma. Con el fallecimiento del Sumo Pontífice se activan una serie de plazos y protocolos en el Vaticano que culminará con la fumata blanca y la elección de un nuevo Papa.
Según lo estipulado en la Constitución apostólica, el cónclave debe convocarse entre 15 y 20 días después del fallecimiento del Papa, es decir, entre el 6 y el 11 de mayo. En este contexto, estaba previsto que la Virgen de la Esperanza de Málaga y el Cristo de la Expiración ‘Cachorro’ de Sevilla recibieran culto en la Basílica de San Pedro desde el 13 al 16 de mayo, como antesala de la Gran Procesión que protagonizarían el 17 de mayo por las calles de la ‘Ciudad Eterna’. Pero, ¿qué pasa ahora con el Jubileo del las Cofradías?
Los cardenales deberán celebrar misas con el cuerpo de Francisco presente durante nueve días consecutivos. En anteriores ocasiones, estas exequias se han realizado en la Plaza de San Pedro para dar la posibilidad a la asistencia de los fieles.
Tras las misas, el entierro es el último paso de dichos homenajes al Papa. Éste debe tener lugar en la cripta que hay bajo San Pedro, siempre entre el cuarto y el sexto día después de la muerte de Francisco.
Durante el periodo de sede vacante en la que no hay Papa, solo cuatro personas mantienen su jurisdicción: Kevin Joseph Farrell, el camarlengo; Angelo de Donatis, vicario general de la diócesis de Roma; Mauro Gambetti, arcipreste de la basílica del Vaticano y vicario general de la diócesis de la Ciudad del Vaticano; y Mauro Piacenza, penitenciario mayor. Todos los ministros cesan de su cargo.
Minucioso protocolo
El Artículo 13 de la Constitución apostólica establece que el anillo del Pescador y el sello de plomo del Papa deben ser destruido tras la muerte del Papa. Posteriormente, el cuerpo de Francisco será trasladado a la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, para empezar el proceso del velatorio y el entierro, en fechas próximas que aún debe confirmar el Vaticano. No obstante, el Papa ha dejado por escrito cómo quería que fuera su funeral, de estilo más sencillo que sus antecesores: estilo austero, con un ataúd abierto, de madera con el interior de zinc y sin exposición del cuerpo en un catafalco en San Pedro.
Pasados quince días de la sede vacante, los cardenales quedan convocados a la Capilla Sixtina para celebrar el Cónclave que elegirá al sucesor de Francisco. Un ritual milenario que da paso a la famosa fumata blanca que escenifica el acuerdo para la elección del nuevo pontífice.
Antes tendrá lugar una solemne misa, después de la cual los electores saldrán en procesión desde la Capilla Paulina invocando al Espíritu Santo. Cuando los cardenales entren en la Capilla Sixtina para votar, han de cerrarse las puertas después de que el maestro de las celebraciones litúrgicas pronuncie la frase Fuera Hombres, en latín.
Uno a uno, los cardenales realizarán el juramento antes de la votación. Nadie podrá hacer campaña para ser Papa, puesto que solo las conversaciones en las reuniones entre cardenales podrán vaticinar en que pueda haber algún favorito.
Las votaciones se llevarán a cabo exclusivamente en la Capilla Sixtina en total secreto. Lo que dice la norma es que se iniciará el conclave 15 días después de la Sede Vacante, aunque se podría permitir antes si están ya todos los cardenales en Roma.
No hay límite en el número de votaciones. Se deben realizar cuatro diarias, dos por la mañana y dos por la tarde. En principio, hay tantas como sean necesarias hasta que sea elegido un Papa por mayoría cualificada de dos tercios, aunque si en 33 escrutinios no hay resultado, solo se podrá votar entre los dos candidatos que hayan obtenido mayor número de votos. En este caso, también será necesario que el elegido obtenga dos tercios de los sufragios.
Cuando haya acuerdo, las papeletas serán introducidas en la estufa instalada en la Capilla Sixtina y el humo que desprenderá, según los líquidos químicos que se le añadan, será blanco.