La última noche del año es, para millones de personas, una tradición especial. Familias reunidas, mesas preparadas para el brindis y la mirada fija en el reloj que marca la cuenta atrás. En España, ese momento tiene un protagonista claro: las doce uvas, una tradición que se repite cada 31 de diciembre y que une a millones de personas frente al televisor o en plazas abarrotadas para despedir el año. Pero, ¿por qué tomamos doce uvas para despedir el año?
La tradición está ligada a la buena suerte y a la idea de empezar el año con buen pie. Si consigues comer las uvas a tiempo mientras suenan las doce campanadas, tendrás buena suerte en el año que entra. Sin embargo, el origen exacto de la tradición se desconoce, pero hay varias teorías.
Origen de la tradición
La más citada cuenta que esta tradición se remonta al siglo XIX. Fue entonces cuando las clases más acomodadas copiaron de Francia la costumbre de despedir el año con uvas y champán. En 1882, grupos de madrileños se reunían en la Puerta del Sol para hacer una sátira de las costumbres de la aristocracia, que celebraba fiestas privadas con champán y uvas. Al comer las uvas al son de las doce campanadas, se burlaban de la nobleza mientras despedían el año.
Durante esa época, los periódicos ya hablaban de las llamadas «uvas bienhechoras», frutas que se consumían en fin de año acompañadas de champán. Inicialmente era una costumbre de la gente fina, pero poco a poco se fue haciendo popular y extendiéndose por todo el país. De hecho, hay indicios de que en Tenerife ya se comían uvas en 1903.
La teoría de 1909
Otra teoría apunta a 1909, año en que hubo una excelente cosecha de uvas. Los productores aprovecharon el excedente para venderlas como «uvas de la suerte», en paquetes de 12, y desde entonces la costumbre se consolidó. Sea cual sea su origen exacto, lo que sí se sabe con certeza es que desde finales del siglo XIX ya existía y que el ritual de las doce uvas simboliza la buena suerte para los 12 meses que vienen. Por eso es importante comerse cada una a tiempo y al ritmo de las campanadas.
Desde 1962, las campanadas se retransmiten por televisión y el reloj de la Puerta del Sol se ha convertido en el gran referente para dar la bienvenida al nuevo año. Una costumbre que, además, deja escenas curiosas dentro de nuestras fronteras, como en el municipio granadino de Bérchules, donde la Nochevieja se celebra en agosto tras un apagón que impidió festejar el 31 de diciembre de 1994.
Y aunque no todos consigan terminarlas a tiempo, cada Nochevieja las doce uvas vuelven a estar ahí, compartidas entre risas, nervios y brindis. Un pequeño gesto que, año tras año, sigue formando parte de la manera en la que despedimos el año y damos la bienvenida al que empieza.
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