El esperado proyecto del parque periurbano en Puerto Rico Bajo continúa en el limbo. Marbella no logra aún tomar posesión completa de los terrenos debido a las alegaciones presentadas por los okupas de la zona, una asociación naturista que se instaló en este lugar en 2021 mediante un acuerdo con el anterior propietario, ya vencido.
A pesar de que el Ayuntamiento aprobó en pleno el desalojo administrativo en enero, los 30.000 metros cuadrados que conforman la última parcela aún no han sido liberados. El proceso, que se preveía sencillo, ha quedado estancado por los recursos legales interpuestos por el colectivo, cuya respuesta aún está siendo tramitada por el Consistorio.
En espera de la desokupación
«Es una propiedad del Ayuntamiento que está usurpada por un tercero y nosotros tenemos que defender nuestros bienes», ha afirmado el portavoz municipal, Félix Romero. Según ha explicado, una vez resueltas las alegaciones, la decisión deberá volver a pasar por el pleno municipal. Sólo entonces podrá iniciarse el desalojo, que en primera instancia se pedirá de forma voluntaria.
En caso de negativa, la ejecución forzosa tendrá que ser autorizada judicialmente. “Se pedirá que abandonen la finca, pero si no lo hacen, se hará forzoso con los medios que sean necesarios”, ha reiterado Romero. Mientras tanto, el parque natural que pretende reconvertir Puerto Rico Bajo en un gran pulmón verde para la ciudad, con zonas recreativas y de paseo, sigue en espera. Desde el Ayuntamiento ya se han esbozado algunos diseños iniciales, pero nada podrá materializarse hasta que el terreno esté libre.
Un proceso largo y complejo
El Ayuntamiento fue adquiriendo progresivamente los terrenos de Puerto Rico, que suman cerca de 400.000 metros cuadrados entre la parte alta y la baja. En enero de este año, expropió la parte más conflictiva: los 30.000 metros de la zona baja, aunque aún no ha podido utilizarlos. El gobierno local confía en completar el desalojo antes del próximo Tostón, la tradicional fiesta que se celebraba cada 1 de noviembre en esa finca. «Aspiramos a ello, yo creo que sí», ha dicho Romero, aunque ha mostrado cierta cautela ante posibles retrasos.
La situación ha sido interpretada por el Consistorio como un escollo más en un proceso largo y complejo. Aunque el desalojo fue aprobado hace meses, aún no ha podido ser ejecutado. La paciencia institucional comienza a agotarse, mientras la ciudad espera recuperar definitivamente un espacio clave para su expansión verde.
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