Empieza una semana. Y no es, desde luego, otra semana más para el PSOE y la política española. Una vez digerida la rueda de prensa del «perdón» de Pedro Sánchez, que el tiempo y los informes de la UCO dirán si era real o fingido, y mientras los diarios nacionales abren con más detalles de escándalos en el seno del Gobierno socialista, no es descartable que la catarata de acontecimientos acelere un final acelerado del Ejecutivo sanchista y que sea muy difícil llegar a 2027. O, como poco, una reacción inmediata en forma de revolución total del Partido Socialista.
Durante todo el fin de semana, se han dejado notar las voces, sin dar nombres ni exhibirse, de facciones del PSOE que piden una limpieza total del partido. Hasta el Comité Federal de Sevilla del fin de semana del 5 de julio queda medio mes. Parece cerca, pero en realidad es mucho tiempo el que tendría que aguantar Pedro Sánchez hasta el cónclave para reestructurar la organización que dirige y reformular la táctica política.
Su liderazgo y su capacidad de estratega están fuera de toda duda. Pero, de las numerosas crisis, exógenas y endógenas, a las que se ha enfrentado en los siete años en La Moncloa la trama de Koldo que implica a colaboradores cercanos suyos (Santos Cerdán y Ábalos) parece la más consistente. Salen a las luz numerosas diatribas internas de los últimos años y el socialismo está a un tris de resquebrajarse, pese a que ahora mismo el peso de Sánchez es enorme.
Este martes hay una Ejecutiva del PSOE, la más tensa de los últimos tiempos, que marcará los designios de la política española. Mientras tanto, los socios de Gobierno han hablado de forma tímida, en la oposición el PP de Feijóo, que pidió paso para gobernar este domingo en Málaga, parece que prefiere esperar a ver si todavía queda mucha tela que cortar del caso Koldo antes de mover ficha.
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