Tras unos meses de lluvias y humedad, el calor va ganando terreno en nuestro día a día y, con ello, empezamos a sacar la ropa más ligera del armario, así como calzado veraniego como zapatos abiertos o sandalias. Los niños, por su parte, no son una excepción y disfrutan de más tiempo al aire libre, lo que a menudo implica también un cambio en su vestuario y, por supuesto, en su calzado. Podólogos de Vithas Málaga dan las claves sobre el mejor calzado veraniego.
Según un estudio realizado por la Universidad de Sevilla en una muestra de 505 niños de entre 3 y 12 años, hasta un 60% de los niños pueden presentar algún tipo de problema en los pies durante su desarrollo, siendo en muchos casos una elección inadecuada del calzado un factor contribuyente significativo.
Sandalias y calzado abierto
Si bien las sandalias y otros tipos de calzado abierto son populares en los meses de calor, el doctor Alejandro Castillo, podólogo del Centro Médico Vithas La Rosaleda, perteneciente a la red de centros del Hospital Vithas Málaga, incide en la precaución a la hora de elegir el calzado infantil adecuado, garantizando así un desarrollo saludable de sus pies y previniendo posibles problemas a corto y largo plazo. «Unos pies sanos son la base para una correcta postura y un desarrollo motor adecuado en la infancia. Ignorar la importancia de un buen calzado en estas etapas puede tener consecuencias que se manifiesten incluso en la edad adulta» afirma.
El pie de un niño está en constante desarrollo, experimentando una transformación desde que es una estructura predominantemente cartilaginosa hasta que se osifica y adquiere su forma y función definitivas.
Para que este complejo proceso se desarrolle de forma óptima, es absolutamente crucial que el calzado permita un movimiento natural y sin restricciones. «Un calzado que limita este movimiento natural puede tener consecuencias a corto y largo plazo. Un calzado demasiado rígido, por ejemplo, obliga a los músculos del pie a trabajar menos, lo que con el tiempo puede llevar a su debilitamiento y a una menor estabilidad. Esto, a su vez, puede alterar la forma de caminar del niño, causando compensaciones que incluso pueden afectar a otras partes del cuerpo, como las rodillas, las caderas o la espalda» explica el especialista.