Triana ya camina en busca de la Blanca Paloma. Su peregrinación a la aldea almonteña comenzó a las 07.00 horas de la mañana con el traslado del Simpecado desde su capilla de la calle Evangelista hasta la Parroquia de San Jacinto. Los romeros del arrabal congregados en esos momentos se unieron en el rezo del rosario de la aurora dejando una estampa única y donde el recogimiento primó sobre todas las cosas.
Una vez en la Parroquia de San Jacinto, los hermanos de esta corporación celebraron la misa de romeros. La conclusión de la eucaristía dio paso a uno de los momentos más especiales de la mañana, el instante en el que el Simpecado se coloca en la carreta de la Hermandad del Rocío de Triana. Lágrimas y emoción reinaron en el cruce de la calle Pagés del Corro con San Jacinto, enclave donde se sucedieron los vivas a la Virgen del Rocío, al barrio de Triana y a la corporación fundada en el año 1813.
El trayecto comenzó con una parada en la Capilla de la Estrella, buscando la Parroquia de Santa Ana. Tras el paso del cortejo por la catedral del viejo arrabal, los romeros y su Simpecado saludaron a la Esperanza de Triana, la O y el Cachorro. Los peregrinos de esta corporación abandonaron su barrio alrededor de las 11.00 horas de la mañana para proseguir por la Cuesta del Caracol con la ilusión de una jornada señalada en el calendario con letras de oro.
Triana, con cada paso que da, está más cerca de la aldea almonteña. En la medalla de los romeros del viejo arrabal están todas las peticiones a la Virgen del Rocío y sobre todo el recuerdo a los que inculcaron la devoción a la Blanca Paloma.
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