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Un año del aviso rojo en Málaga: crecida de ríos, inundaciones, 4.200 desalojados y precaución tras la tragedia de Valencia

Un año ha pasado desde el aviso rojo por dana en Málaga. Aquel miércoles 13 de noviembre las calles de la capital y de buena parte de las localidades de la provincia volvieron a quedarse prácticamente vacías a plena luz del día ante la llegada de una gota fría, con una población altamente sensibilizada por la tragedia ocurrida en Valencia apenas dos semanas antes y que se cobró la vida de 228 personas.

Todo invitaba a la prudencia

En total, hubo más de 4.200 personas desalojadas en la provincia, la mayor parte en el Valle del Guadalhorce. Aunque aquella jornada fue un caos en toda la provincia con la capital habilitando el pabellón de Ciudad Jardín para los vecinos de Campanillas, mangas marinas por la Costa del Sol y riadas impactantes en localidades como Cártama o la axárquica Benamargosa, que sufrieron una auténtica pesadilla durante unas horas. Todo invitaba a la prudencia tras la catátastrofe de Valencia dos semanas antes, cuando en Málaga también había habido una víctima mortal y un aviso importante en forma de inundaciones.

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El ‘susto’ del Es-Alert

Las imágenes de la jornada recordaron inevitablemente a las vividas en la pandemia, con grandes arterias como avenida Andalucía o la Alameda con una afluencia mínima de vehículos en horas punta ante el aviso lanzado por la Aemet el martes, en el cual se advertía de precipitaciones serían de un carácter excepcional, con acumulados que podrían poner en riesgo infraestructuras y a la propia población.

Fue a la noche cuando sonó la alarma del ‘Es-Alert’ en los móviles, un aviso al que poco a poco se van acostumbrando los españoles cuando hay un una alerta real. El ‘hombre de las emergencias’, el consejero Antonio Sanz, llamaba a encerrarse en casa los que no estuvieran en situación de peligros (junto a ríos o en zonas sensibles) y a evitar en la medida de lo posible los movimientos. Caía la noche con un tono crepuscular a la espera del diluvio universal.

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Y se cumplió la previsión

Efectivamente, las previsiones se cumplieron y Málaga vivió una de esas jornadas de inundaciones que pasan a la historia. En la capital, pluviómetros particulares registraron cifras superiores a los 140 litros por metro cuadrado en cuestión de horas e instalaciones como el Hospital Clínico se vieron seriamente comprometidas con la entrada del agua en su primera planta.

En municipios de las afueras, como Cártama y la barriada de Campanillas, el barro se adentró en los bajos de las casas y fue necesario el desalojo de centenares de vecinos al polideportivo de Tiro Pichón, donde se habilitaron camas para aquellas familias que no tuviesen otro lugar donde pasar la noche.

Las consecuencias del episodio fueron cuantiosas, aunque todas ellas afortunadamente de naturaleza material. Esto fue gracias en parte a las infraestructuras preventivas, como el embalse de Casasola, que contuvo -aunque no sin dificultades- el cauce del río Campanillas, o el del Limonero. Este último, que regula el Guadalmedina aguas arriba, demostró el porqué de su construcción al regular la repentina crecida del río de la ciudad, que más de una vez inundó los barrios de Málaga con consecuencias fatales como en la famosa Riá de 1907, o la de 1989.

Incluso con su contención, el Guadalmedina discurrió aquel miércoles por la ciudad con un cauce inaudito, arrastrando sedimentos, cañas y otros restos a su paso y amenazando incluso con su desbordamiento, algo que afortunadamente no se terminó produciendo.

Importantes daños en la Axarquía

En la capital y los pueblos de su extrarradio llovió con fuerza, pero otras zonas de la provincia también experimentaron lo peor de la dana. En localidades del Valle del Guadalhorce cientos de cultivos sufrieron «daños permanentes» según informó Asaja. Mientras, en pueblos de la Axarquía como Benamargosa, el gran volumen de agua desbordó el río que le da nombre y reventó tuberías, comprometiendo el suministro de agua potable en algunos casos durante semanas.

Los relatos de los vecinos en las horas posteriores al episodio eran de «miedo» y desesperación, con negocios como panaderías, peluquerías y supermercados totalmente anegados por el agua. El propio presidente de la Junta, Juanma Moreno, visitó el municipio malagueño al día siguiente para mostrar personalmente su apoyo al vecindario y ofrecer su compromiso con la recuperación.

La mayor parte de daños sufridos en carreteras, líneas ferroviarias y particulares han sido repuestos un año después. Además, en los últimos meses se han realizado trabajos para ajustar la capacidad de desagüe de determinados tramos de la MA-21 – que discurre junto al Guadalhorce-, así como un reforzamiento de los puentes que discurren por ella. Todo ello de acuerdo con la previsión de los expertos, que auguran que este tipo de episodios extremos serán cada vez más comunes en Málaga por causa del cambio climático.

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