Han pasado ya más de seis meses desde que el marbellí Adrián Pelayo partiera rumbo a Roma, a pie y sin dinero, con la intención de cumplir su proyecto ‘Un camino por descubrir’ Su objetivo sigue intacto: llegar a El Vaticano para que el Papa León XIV bendiga el pequeño árbol que lleva consigo desde Marbella. En esta peculiar peregrinación de fe, Pelayo ha conseguido superar numerosos y complicados retos, entre ellos, atravesar el estrecho de Mesina remando sobre una tabla de pádel surf.
Actualmente esta nueva etapa, Pelayo se encuentra en el sur de Italia, en Campania, concretamente en Marina di Camerota, preparándose para llegar a la Costa Amalfitana: «Pensaba que estaría tranquilo en el santuario, pero el santuario lo llevo mentalmente. En la playa, sin nada, puedo trabajar conmigo mismo y con el proyecto», explica el joven.
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Del Estrecho de Mesina a la Providencia
Uno de los momentos más significativos del viaje ha sido su paso por el Estrecho de Mesina, un tramo de tres kilómetros de agua salada que une Sicilia con la península italiana. «Ha sido el punto fuerte número uno», asegura quién se subió a una tabla de pádel surf y lo atravesó a remo.

Su experiencia en Mesina estuvo marcada por una coincidencia que el marbellí interpreta como una señal espiritual. Allí conoció la historia de San Francisco de Paula, quien, según la tradición, cruzó el estrecho sobre su manto. «Lo interioricé y me gustó mucho ese suceso; lo viví de una forma muy divertida», relata.
Pero la sorpresa llegó más tarde, durante una cena con sacerdotes en un santuario. «El cura me preguntó desde cuándo caminaba. Le dije que desde el 2 de abril. Me respondió que ese día murió San Francisco de Paula. Me quedé en shock. Nadie me lo había dicho antes, y ocurrió justo allí, durante la cena. Fue algo increíble», explica.
Hacia el Vaticano y más allá
Pelayo continúa preparando su llegada al Vaticano, donde planea entregar una carta formal a la Santa Sede para solicitar una audiencia con el nuevo Pontífice, León XIV. Un objetivo que, aunque bastante complicado de conseguir, el joven confía en poder cumplir. Después de Roma, su destino final será Venecia. «Llegar a la Plaza San Marcos será precioso», dice con una sonrisa.
Con una fe inquebrantable en lo que él llama «la Providencia», el joven marbellí sigue su camino, acompañado de nuevas amistades, experiencias y señales que, según confiesa, le confirman que está exactamente donde debe estar. «Todo va bien ahora, y la Providencia es lo que más me interesa. Sigo caminando y sigo disfrutando de la experiencia».
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