El cambio climático podría alterar el patrón estacional y geográfico del turismo en España, según un informe elaborado por BBVA Research, que alerta de las consecuencias que podría tener sobre la economía española el aumento de las temperaturas globales, disminuyendo el atractivo tradicional de muchos destinos. De hecho, las Islas Baleares podrían ver reducida su demanda turística en verano hasta en un 60%.
El cambio climático constituye un desafío para el sector turístico español, en particular para los destinos tradicionales del sur y del Mediterráneo. A medida que aumentan las temperaturas globales, el atractivo de estos territorios puede disminuir, provocando cambios en el patrón estacional y geográfico del sector y, por extensión, sobre la economía española.
El informe ‘El impacto del cambio climático en la demanda del turismo en España’ elaborado por BBVA Research, alerta de que el atractivo tradicional de destinos costeros puede verse afectado por el aumento de las temperaturas globales, pudiendo afectar a la economía española en su conjunto.
Y es que, según los expertos, las variaciones en las temperaturas y precipitaciones y la mayor frecuencia de los eventos climáticos extremos pueden afectar de manera significativa a la demanda turística y al atractivo de los destinos.
El análisis de BBVA Research revela que un mayor confort climático se asocia a un aumento de los flujos turísticos mensuales, con diferentes efectos según el tipo de turismo prevalente en cada provincia.
“En España, las zonas costeras son las más sensibles, en particular las de la costa mediterránea y las islas, seguidas de las provincias costeras del norte y del turismo de montaña y naturaleza, mientras que las zonas urbanas apenas se ven afectadas por los cambios en las condiciones climáticas”, asegura el informe.
Para finales de siglo, las provincias costeras del norte se podrían beneficiar de los cambios en el cambio climático y las del sur y este perderían demanda turística.
EL NORTE SERÁ EL MÁS BENEFICIADO.
BBVA Research considera que el cambio climático se convertirá en un factor determinante de la distribución estacional y geográfica de la demanda turística en España.
Para finales de siglo, los resultados revelan un claro patrón norte-sudeste en los cambios de la demanda de turismo de playa, donde las provincias costeras del norte se benefician de la progresión del cambio climático y las del sur y este perderían demanda turística, especialmente en escenarios de elevado calentamiento global. El impacto sobre el turismo urbano es menos pronunciado.
El informe indica que en un escenario de cero emisiones netas, se espera que el impacto del cambio climático sobre el turismo sea mínimo (con un descenso de la demanda del 0,3% en 2100 frente al periodo 2024-2030).
Pero, a medida que aumenta la temperatura esperada para final de siglo, el impacto negativo se vuelve más pronunciado, particularmente en los meses de verano, cuando el calor extremo puede disuadir a los visitantes de los destinos tradicionales.
Así, en un escenario de emisiones futuras de CO2 bajas a moderadas, compatible con un aumento de temperatura de 2,8ºC en 2100 respecto a los niveles preindustriales, la disminución neta del turismo en España también sería relativamente pequeña (-0,6%), si bien los impactos diferenciados a nivel provincial ya serían visibles.
En el escenario de calentamiento más severo, con un aumento de temperatura de 4,8ºC a finales de siglo, sí se prevé una reducción significativa en la demanda turística, con una disminución neta de aproximadamente el 7% en 2100 respecto al periodo 2024-2030.
Los efectos esperados son más pronunciados en el Mediterráneo y la costa sur, como las Islas Baleares, que podrían reducir la demanda turística en verano en un 60%, con una recuperación parcial en otoño en el escenario más adverso. Esto llevaría a una disminución neta anual de alrededor del 27%.
“Mientras tanto, las provincias del norte y los destinos naturales podrían beneficiarse de este cambio en la demanda, lo que resultaría en un aumento del turismo, especialmente en temporada alta. El mayor incremento de la demanda se observa en Asturias, casi un 7%, asegura el informe.
LA PRIMAVERA SE CONVIERTE EN LA TEMPORADA MÁS POPULAR.
El estudio también destaca el potencial de desestacionalización del turismo, con la primavera convirtiéndose en una temporada especialmente favorable para los viajes.
Como el calor extremo del verano desalienta los viajes a los destinos tradicionales, la primavera podría convertirse en una temporada más popular para los turistas. Además, este cambio podría ayudar a aliviar la presión sobre el turismo de verano, siempre que esté respaldado por las medidas políticas necesarias y la inversión en infraestructuras necesaria.
“Para mitigar los efectos adversos, la industria turística debe adaptarse promoviendo los viajes fuera de temporada alta, desarrollando infraestructuras sostenibles y diversificando las atracciones turísticas más allá del turismo de playa para garantizar la resiliencia a largo plazo del sector turístico español”, apuntan los economistas de BBVA Research.